Karma, la meditación y el amor.

Cuando se entienden estos tres, se da el gran paso. Cuando se integran estos tres, la plenitud está en todo.

El panorama mundial es bastante desolador. La desigualdad económica tanto entre fronteras como detrás de ellas, el coste medioambiental de la vida abusiva del actual ser humano, la deshumanización de los países más “ricos”…Parece que el desastre no acaba de llegar pero el descontento se hace más y más grande.

La falta de valores en nuestro día a día lleva a las personas a tomar acciones que poco tienen que ver con la vida. La falta de valores tanto del empresario en busca de beneficio para sus accionistas, como del político que es incapaz de crear un espacio de progreso y de bien común, como de millones de personas que van a merced de lo que en ese momento les apetece y desean, y que desde su más profundo egocentrismo avanzan en la vida sin pararse a pensar: ¿todo esto que hago, para que?

¿Se podría invertir este proceso? Por supuesto. La ciencia nos dice que todo es totalmente posible, solo que hay unos escenarios que son más probables que otros. Pero en definitiva todo es posible, y por lo tanto un escenario totalmente opuesto al descrito arriba es posible. 

¿Y cuál sería ese escenario?

Sabemos también, por experiencia de cada uno, que los procesos de aprendizaje vienen por lo general de experiencias difíciles y complicadas. De experiencias que nos obligan a salir de nuestra zona de confort. Sabemos que estas experiencias son el resultado de una causa anterior, y que dependiendo de cómo gestionemos este presente se moverá otra vez el ciclo causa-efecto para darnos un resultado en un futuro inmediato, cercano o lejano. A esto lo han llamado los Orientales Karma. Y se acumula por así decir, de tal forma que a veces nos es mentalmente imposible saber cuál podría haber sido la causa del desastre que me parece estar viviendo en este instante de mi vida.

El Karma “rápido” nos daba un resultado en ese mismo instante, como quien golpea una pelota y como resultado alcanza el otro lado del parque. Pero las experiencias más complicadas y emocionalmente densas, si no están “bien” resueltas pueden dejar un resultado que se mostrará en un futuro. En un futuro en el cual puedan darse las circunstancias para volver a crear un contexto de aprendizaje y así quemar ese Karma.

Y que tiene que ver el Karma con todo el malestar actual. Quizás el enfoque tendría que ser el contrario para poderlo entender. Que tiene que ver el malestar actual con el Karma. Pues bien, en realidad el Karma es simplemente una de las reglas del juego, de la vida, del Universo. Y el malestar actual es simplemente un contexto de aprendizaje. Aprendizaje de que? De que cuanto más individualizados y egocéntricos vivimos, más sufrimos. 

Como humanidad sufrimos porque somos incapaces de experimentar que todo lo que nos rodea y nosotros mismos somos uno. Lo mismo y parte de lo mismo.  

Nuestro contexto actual es puramente racional. Todo tiene que poder ser analizado, todo tiene que dar un rendimiento, todo tiene que mejorar, todo puede ser más, yo puedo ser más! etc etc

Algo que cuesta muchísimo de integrar, es que nuestra mente no tiene ni idea de lo que es la felicidad. De lo que son los valores. De lo que es la vida. La mayoría de personas, por falta de educación en estos temas, se les escapa totalmente que algo no pueda ser analizado o experimentado por la mente. Además la confusión de euforia y alegría descontrolada en momentos concretos de la vida se asimilan y asocian como esa felicidad a la que se nos dice que tenemos que llegar….cuanto dolor hay en ese camino de la mente….y si claro, si hay dolor, hay posibilidad de aprendizaje. Pero ese aprendizaje no viene sin apertura y sin ganas de cambio. No viene sin una nueva visión.

Entonces desde donde se puede experimentar todo esto de la Vida. La meditación, con sus muchísimas técnicas y expresiones, es el Vehículo con mayúsculas para entender que tú no eres tu mente, y que tu vida y tu experiencia se compone de otros elementos, tales como la energía, las emociones, la intuición y tu identidad como ser, además claro de tu elemento fisiológico.

La capacidad de atender, de concentrarse en algo es innata en las personas. Pero no la desarrollamos en absoluto. Pues no es lo mismo atender a un libro que estás leyendo, que atender, segundo a segundo, minuto a minuto a por ejemplo, tu respiración, o al latir de tu corazón. Si nunca te has sentado a meditar, prueba a hacerlo por sólo 30 segundos. Seguramente no puedas mantener la atención más que unos pocos segundos en el objeto que elijas. Porque? Porque tu mente está haciendo el trabajo al que le tienes acostumbrada, hablar y plantearte problemas del futuro o preocupaciones del pasado.

Con voluntad y deseo de cambio se desarrolla la capacidad de atención. Y con esta se abren un sinfín de posibilidades para la expresión de la vida, que tiene en su fin último la comunión y el amor entre todos los seres.

Si eres capaz de atender, significa que en una conversación con otra persona eres capaz de escuchar lo que la otra persona te quiere transmitir. No lo que tu crees que te quiere decir, ni lo que tu quieres escuchar. Si logras escuchar a la otra persona, hay más posibilidades de que la entiendas de verdad. Y si la entendemos de verdad hay más posibilidades de que se pueda crear un espacio más abierto y más libre en el que relacionarnos sin juicios ni límites. Eso es amor. La aceptación y la entrega hacia las cosas y las personas como son.

¿Quieres información?